By using this website, you agree to the use of cookies as described in our Privacy Policy.

GORILISMO

Término construido a partir del de “gorila”: mono antropomorfo de mayor fuerza y de tamaño semejante al del hombre, por ello susceptible de simbolizar la fuerza bruta.

En el lenguaje del hampa se llamó “gorila” al hombre de pocas luces y de mucho físico, que, incapaz de planear una acción, era utilizable por delincuentes más importantes para realizar los “trabajos sucios”. Su función consistía en ejecutar las órdenes de asesinar, haciéndolo de un modo fuerte y quizá sutil. Capaz de matar de muchas maneras, con diversas armas y aun con sus manos.

Durante la Segunda Guerra Mundial se denominaron “gorilas” los componentes de ciertos comandos especiales, a quienes se les encargaban misiones de precisión y alta peligrosidad en general. Sus miembros se reclutaban de entre los soldados más fuertes y recibían un entrenamiento especial que los convertía en máquinas precisas de actuar y de matar.

El uso político del término parece haber comenzado cuando ciertos oficiales de las fuerzas armadas argentinas, que empiezan a conspirar contra el presidente

Juan Domingo Perón en los años 1954 y 1955, se autodenominan “gorilas”, y hacen alarde del término como modo de identificación.

Coincide con este hecho la aparición y popularización en Argentina de una canción, que su estribillo repetía: “deben ser los gorilas, deben ser, que andarán por allí... Estribillo que, unido al tono político del término, se transmite por diversos medios de comunicación.

En un comienzo era “gorila” el militar que conspiraba contra Perón, luego fueron tanto militares como civiles que conspiraban y que con posterioridad efectúan la revuelta de septiembre de 1955 y su exitoso golpe de Estado que derroca al presidente. El término se utiliza, en ese entonces, por parte de ese grupo, para identificarse, haciéndolo con cierta presunción o pedantería. Nace así el gorilismo, sobre los antecedentes del uso y significación del término gorila, como una manera de anunciar una dureza y rigidez en su acción golpista, haciendo alarde de la misma y de su dirección antipopular.

Posteriormente, dicho término es tomado por los sectores populares, quienes lo devuelven, pero marcado con un notable contenido valorativo negativo, hacia quienes se habían llamado a sí mismos de ese modo. La palabra se convierte en un adjetivo que acusa una actitud política y una cierta posición ideológica.

De ese modo se configura, en general, con la significación que perdura. En este sentido, el “gorilismo” puede ser explicitado por las siguientes dimensiones:

a) El ser una minoría (gorilas) opuesta a la mayoría, tanto ideológica, política como militarmente. Valorándose como tal minoría en oposición.

b) Las relaciones entre la minoría (gorilas) y la mayoría (peronismo, sectores populares...) se caracterizan por ser de represión y opresión. Represión dura e inhumana, que inaugura todo un estilo en las luchas contra los movimientos populares. Quizá éste sea el rasgo que más se marcó en la consciencia popular, sustentado por una serie de persecuciones y torturas.

Con este método se trata de mantener, por medio de la violencia y el terror, el orden y la tranquilidad, impidiendo movilizaciones y luchas populares, tanto reales como potenciales.

c) Vinculación especial a dos elementos generalmente unidos: la posesión de armas y de uniformes. Esto no quiere decir que la noción se limite a los militares, pero sí que los vincula fundamentalmente, aunque se aplique a civiles “duros” y /o ligados a ciertos oficiales.

d) Un contenido político, que puede completar algo las anteriores dimensiones: defensa del statu quo, aversión a las conquistas populares que tienden a alterar ese orden, y a un odio social a sus movimientos o dirigentes. Por todo ello la adjudicación de la misión de controlar y garantizar la supervivencia del orden en contra de los movimientos populares.

Si como expresión política el término nace en la Argentina, su uso se extendió con posterioridad por toda América Latina, y aun por algunos países europeos.

Pareciera que el contenido del uso del término en Latinoamérica no coincide exactamente con el del uso argentino, si bien en esencia se identifican. El primero, utilizado predominantemente en forma adjetiva, denota de un gobierno, su militarismo represivo y antipopular, así como su identificación con los intereses de los EE. UU. De ese modo fueron caracterizados el Gobierno de la “Revolución