1993 Sep Los intelectuales y el poder: conversaciones. Gastón García Cantú & Gabriel Careaga.
INTRODUCCIÓN
Los intelectuales, ha escrito C. Wright Milis, se ocupan de ideas, de reminiscencias del pasado, de definiciones del presente y de imágenes de posibles futuros. Los intelectuales son los científicos y artistas, sacerdotes y catedráticos, aquellos que representan el pensamiento intelectual humano. Son los que forman parte del gran discurso de la razón y la indagación de la sensibilidad y la imaginación, que en Occidente comenzó en Jerusalén, Atenas y Roma y se ha desarrollado de forma continua desde entonces. Son la memoria organizada de la humanidad y tal aparato cultural ha sido creado y sostenido por ellos.
Desde su surgimiento en la sociedad moderna, los intelectuales han tratado de influir en la sociedad, en la estructura del poder, en la organización política y en los poderosos. Existe esta tradición desde los griegos; es necesario, brevemente, recordar la exponencial de Platón en Siracusa, las relaciones de Aristóteles con Alejandro Magno; posteriormente, a Hobbes y Carlos II ante la restauración de Milton y Cromwell; a Heine, cuando fue ministro de Hacienda; al equipo de cerebros que alimentaron al presidente Roosevelt; más recientemente, la época de Kennedy ... son éstos sólo algunos de los numerosos casos en los estados -antiguos, modernos, orientales y occidentales - de intelectuales que formaban parte de los analistas y de los ideólogos, de gobernantes quienes buscaban su consejo, su ayuda y valoraban su aprobación. Pero hay muchos estados superiores de la historia en que no ocurrió así, la corte de Guillermo II, episodios de la historia de China, incluyendo los actuales, la historia política administrativa norteamericana de la época de MacCarthy -que inclusive persigue a intelectuales-, el periodo estalinista, que los ve como enemigos del gobierno. Son los periodos negros de la historia reciente, para no hablar de los intelectuales que apoyaron al fascismo, al nazismo, al franquismo o al peronismo.
Los intelectuales han planteado una utopía: la necesidad de una sociedad mejor, no solamente en términos económicos y sociales sino, sobre todo, humanos. La utopía no solamente es la versión ilusoria de la sociedad sino el planteamiento de una organización más racional; en este sentido, los intelectuales mexicanos, desde el siglo XIX, apoyaron las ideas de transformación del país. Los intelectuales más brillantes de esa época, José María Luis Mora, Ignacio Ramírez, Ponciano Arriaga, Melchor Ocampo, soñaron con el triunfo del liberalismo que iba a llevar a la sociedad mexicana a su primera modernidad, a una sociedad laica. A la cabeza de los intelectuales se encontraba un político obstinado y brillante: Benito Juárez.
Los intelectuales se apoyan en un conjunto de teorías que transmiten de grupo en grupo, de tradición en tradición a partir de las revistas, de las instituciones culturales como la Universidad, del ámbito del trabajo intelectual donde se expresa la reflexión y la enseñanza. Los más brillantes intelectuales mexicanos han sido profesores. También críticos como los del Ateneo de la Juventud: Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos, Antonio Caso... quienes hicieron la crítica del positivismo en la Preparatoria, y luego, aliados o críticos en la Revolución Mexicana.