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2019 La Mentira como Arma. Cómo pensar críticamente en la Era de la Posverdad. Daniel J. Levitin.

En Internet la desinformación está diabólicamente mezclada con la información real, haciendo que sea difícil diferenciar una de otra. La desinformación es promiscua, aparece vinculada a personas de todas las clases sociales y niveles educativos y surge en lugares inesperados. Se propaga de una persona a otra a medida que Twitter, Facebook, Snapchat, Instagram, Tumblr y otros medios sociales la difunden por el planeta; la desinformación puede arraigar y acabar siendo muy conocida y, de repente, grupos enteros de personas creen cosas que no son como piensan.

Este es un libro sobre cómo identificar problemas en los hechos que uno se encuentra, problemas que pueden llevarnos a extraer conclusiones equivocadas. A veces las personas que nos proporcionan los hechos esperan que saquemos conclusiones equivocadas; a veces ellos mismos no conocen la diferencia. Hoy día la información está disponible de modo prácticamente instantáneo, los líderes nacionales aparecen en los medios sociales de Internet, diariamente nos llaman la atención «noticias urgentes», incluso cada hora, pero ¿cuándo tenemos tiempo para determinar si una información nueva llega acompañada de pseudohechos, distorsiones o mentiras puras y duras? Todos necesitamos estrategias eficaces para evaluar si lo que nos están contando es confiable.

Hemos producido más información en los últimos cinco años que en toda la historia humana previa. Junto a cosas que son verdad hay una enorme cantidad de asuntos que no lo son, en sitios web, vídeos, libros y en los medios sociales. No se trata meramente de un problema nuevo. La desinformación ha sido un rasgo de la vida humanas durante miles de años y está documentada en los tiempos bíblicos y en la Grecia clásica. El problema singular al que hacemos frente hoy es que la desinformación ha proliferado y las mentiras pueden convertirse en armas para alcanzar fines sociales y políticos contra los que estaríamos protegidos si no fuera así.

En los capítulos siguientes he agrupado estas estrategias por categorías. La primera parte de este libro trata de la desinformación numérica. Muestra cómo las estadísticas y los gráficos mal manejados pueden generar perspectivas muy distorsionadas, manipuladas, y conducirnos a conclusiones erróneas (y a tomar decisiones equivocadas). La segunda parte del libro investiga las argumentaciones incorrectas, mostrando cuán fácil es ser persuasivo, contar historias que se desvían de los hechos de modo atractivo pero erróneo. En el trascurso del texto veremos qué medidas podemos tomar para evaluar mejor las noticias, los anuncios, los informes. La última parte del libro revela qué es lo que fundamenta nuestra capacidad para determinar si algo es verdadero o falso: el método científico. Esta es la mejor herramienta inventada para descubrir los misterios más desafiantes y remonta sus raíces a algunos de los mayores pensadores de la historia humana, a figuras como Aristóteles, Bacon, Galileo, Descartes, Semmelweis y Popper. Esa última parte del libro trata los límites de lo que podemos y no podemos conocer, incluyendo lo que sabemos hoy día y lo que todavía no conocemos. Ofrezco varios estudios de caso para demostrar las aplicaciones del pensamiento lógico a contextos muy diversos, desde el testimonio ante los tribunales hasta la toma de decisiones en medicina, la magia, la física moderna y las teorías de la conspiración.

El pensamiento crítico no implica menospreciar todo lo demás; supone que intentemos diferenciar entre las afirmaciones basadas en los hechos y aquellas que no lo están.

Los creyentes fervorosos lo tienen fácil para mentir con las estadísticas y los gráficos, porque saben que la mayoría de las personas piensan que llevará demasiado tiempo mirar bajo la manta y comprobar cómo lo hacen. Tal vez crean que no son lo suficientemente inteligentes. Pero lo cierto es que cualquiera puede hacerlo y una vez que se dispone de algunos principios básicos, los gráficos revelan rápidamente su elegancia o sus distorsiones.

Considérese la estadística que cité antes sobre el descenso gradual, año a año, de la cantidad de libros que leen los estudiantes desde segundo de primaria. La consecuencia es que nuestro sistema educativo no funciona bien, los niños no desarrollan buenos hábitos de lectura, no se interesan por mejorar, no están comprometidos intelectualmente. Pues bien, detengámonos a pensar y preguntémonos: ¿la cantidad de libros es la medida adecuada para alcanzar conclusiones como esta? Habitualmente los alumnos de segundo de primaria leen libros muy breves y la longitud de estos va aumentando con la edad. Los niños pueden leer El señor de las moscas (200 páginas) y, cuando llegan a la universidad, Guerra y paz (1.225 páginas). Tal vez debiéramos considerar la cantidad de páginas leídas o la cantidad de tiempo que se emplea leyendo. Al llegar a la universidad y en muchas profesiones como el derecho, la administración, las finanzas y la ciencia, las personas pueden leer menos libros, pero sí que leen artículos cada vez más rigurosos y eruditos. Si un funcionario de la Administración no leyera ningún libro, pero empleara su tiempo leyendo la Constitución, la legislación, los informes de inteligencia, los periódicos y revistas, ¿podríamos decir que no está intelectualmente comprometido? El mero hecho de citar una estadística no significa que esta sea relevante para lo que se está discutiendo. Es más, el estudio que cité parece haber sido elaborado por una empresa que diseña y vende software para mejorar las competencias de lectura, de modo que se benefician de un informe que ilustra los bajos niveles de lectura. El pensamiento crítico en acción.

Identificar los argumentos erróneos incorporados en las historias nos ayuda a evaluar si una cadena de razonamientos conduce, o no, a una conclusión válida. La infoalfabetización significa ser capaz de reconocer que existen jerarquías en la calidad de las fuentes, que los pseudo-hechos a menudo se enmascaran como hechos y que los sesgos pueden distorsionar la información que hemos de considerar, conduciéndonos a malas decisiones y malos resultados.

A veces las pruebas toman la forma de números y hemos de preguntarnos «¿de dónde salen esos números? ¿cómo se han recopilado?». A veces los números son ridículos, pero es necesario reflexionar para darse cuenta. A veces hay afirmaciones que parecen razonables, pero tienen su origen en una fuente que carece de credibilidad, como cuando una persona que dice haber sido testigo de un delito no estaba presente en realidad. Este libro nos puede ayudar a no creernos muchas cosas que simplemente no son como se cuentan. Y a frenar en seco a los mentirosos.

 

 

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