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2025 Jun 1 Protagonistas detrás de los telones. Carlos Carranza.

Este día será recordado por ser una jornada que marca un punto y aparte en la historia de nuestro país. Un domingo en el que se desarrollarán unas elecciones sin precedentes, comicios que cambiarán en rostros al Poder Judicial y, sin duda, a los alcances de la legalidad, en un momento en el que son muchas más las preguntas que revolucionan la incertidumbre, que subrayan los cuestionamientos acerca del proceso que ha colocado en la mesa de la discusión la viabilidad de las instituciones electorales.

Es indudable que, durante años, se trabajó para otorgarle un peso determinante a Instituto Nacional Electoral para que fungiera como el organismo responsable en la organización y la viabilidad de todos los procesos electorales que le dan sentido a la idea de nuestra democracia. Eje gravitacional de las transiciones gubernamentales que hemos experimentado durante las últimas tres décadas, dicha institución no ha dejado de ser una protagonista, con claroscuros que despertaron suspicacias y contradicciones en muchas de sus decisiones. No obstante, tampoco se puede olvidar que el cada vez más famoso Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ha sido un factor determinante en subrayar dichas contradicciones, en profundizar los cuestionamientos acerca de las decisiones que han dejado mal parada la idea de la legalidad en más de una ocasión. Sin embargo, algo comenzaba a dinamitar esas certezas que, a pesar de generar dudas y alimentar polémicas, podían mantener la idea de que se procuraba consolidar nuestro proceso democrático.

Así, en el devenir de la llamada Cuarta Transformación y su “segundo piso”, hoy cabe preguntarse acerca de quiénes son las y los responsables de articular unas elecciones que decidirán a los nuevos miembros del Poder Judicial y, con ello, la dimensión de un posible contrapeso para los Poderes Ejecutivo y Legislativo. En ese sentido, con la llamada reforma al Poder Judicial, que derivó en los comicios que se desarrollan en esta jornada, lo que pusieron en entredicho es la legalidad y la búsqueda de la justicia en todos los ámbitos. Desde que López Obrador tiró los dados, se sabía que habría dejado muy poco a la suerte o a la fortuna, pues contaban con todos los engranajes del Estado para llevar a cabo este proceso. Así, mientras personajes afines al oficialismo ocupaban los lugares clave en el INE y en el Tribunal Electoral se comenzaba a permear el color guinda en sus irreductibles principios, las elecciones federales de 2024 eran un excelente termómetro para darse cuenta que no había cabos sueltos en cada uno de sus pasos: al apoderarse de la mayoría absoluta en el Poder Legislativo –con una decisión más que controversial– el camino estaba más que despejado para que el siguiente paso fuera dinamitar el otro eje de la vida democrática del país. En teoría, el fundamento de nuestra democracia y la razón de ser de esos tres Poderes era su autonomía. Sin embargo, los dos últimos gobiernos han demostrado que no les gusta ser cuestionados, que todo aquello que ponga en tela de juicio sus decisiones o su pretendida superioridad moral no tiene lugar en su retórica populista.

En efecto, quienes operarán estas elecciones son los mismos y las mismas que miraron a otro lado cuando, en los comicios del año pasado, se hacía patente que la candidata del oficialismo mantenía una campaña completamente fuera de tiempo y con recursos que, el día de hoy, siguen sin ser explicados. En efecto, quienes no tuvieron ni la menor observación al procedimiento tan absurdo y cómico que determinó las candidaturas de quienes hoy aspiran a formar parte del sistema de justicia; que no han tenido empacho en cuestionar y auditar con claridad la legalidad los actos de campaña de esos personajes. Sí, también está en manos de quienes no se han pronunciado ante la aparición de candidatas y candidatos que tienen un precedente más que cuestionable y que, quizá, ofrezca un asiento de privilegio al crimen organizado porque, bueno, ellos y ellas sólo son el “árbitro” electoral. Sí, está en la mesa de quienes usan como abanicos los “acordeones” que llevan el sello del oficialismo en cada una de sus letras. Y, por supuesto, esta jornada descansa en quienes, al desarticular procesos que brindaban algunas certezas en los resultados y en nuestra idea de la democracia, llenarán de dudas esta elección. Sí, las y los protagonistas que sonríen detrás del telón.

Quizá sea oportuno subrayar que la discusión no radica en alentar o desalentar el voto entre la sociedad. Cada quién tomará sus propias decisiones y sabrá si se suma a esta pantomima electoral. El asunto radica en no dejar de observar que, detrás de este proceso, la legalidad, la justicia y la libertad podrían llegar a ser palabras que se enmarquen en el populismo más llano y simple.

 

 

 

 

Tomado de: Excélsior