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1994 La década de la corrupción. Yves Mény.

La década de la corrupción
El siglo termina entre considerables conmociones políticas, económicas y sociales: se cierra el ciclo que se abrió con la guerra de 1914 y la revolución de 1917. El imperio comunista ha muerto, Alemania se ha reunificado, la Europa central y balcánica arde de nuevo. El fracaso del socialismo real va parejo con el triunfo de la economía de mercado y de los valores neoliberales, a la quiebra del Welfare State se opone la concepción de una democracia más "liberal" y menos social. La década de los años ochenta es la de todas las sacudidas: geopolíticas, pero también ideológicas y económicas. En este contexto de crisis y situación incierta se inscriben los fenómenos de corrupción cuya gravedad ha llenado de consternación los ánimos.

Conviene precisar, de entrada, que no existe una relación de causa a efecto entre las convulsiones que acabamos de evocar y las prácticas desviadas de la política o de la administración. Pero un contexto favorable, el del derrumbe de todos los valores y de todos los puntos de referencia, ha permitido que se desarrollara la corrupción y que adquiriera, especialmente en Francia, una amplitud sin duda desconocida hasta ahora.

Este acceso de fiebre maligna en el seno del cuerpo social, y más concreta mente en el entramado de relaciones entre lo político, lo administrativo y lo económico, plantea problemas al observador y al ciudadano. La corrupción que se ha desarrollado en Francia a lo largo de los años ochenta ¿es específica por sus modalidades y por su amplitud o responde a la clave habitual, aunque sea episódica, de los "hábitos" inevitables? Dicho de otra manera, ¿hay que inscribir los hechos delictivos de los que la prensa ha dado cuenta con abundancia en los resbalones inevitables que la acción política lleva siempre aparejada, o hay que verlos como la manifestación preocupante y grave de un deterioro de las costumbres y las prácticas políticas?

En este orden de cosas, nos surge inevitablemente otra cuestión: el crecimiento de los casos de corrupción que han salido a la luz ha coincidido en Francia —pero también en Italia o en España— con la llegada al poder del partido socialista. ¿Puede que exista alguna particularidad del socialismo de la Europa del Sur que le convierta en un vehículo más propicio para la corrupción política? ¿Se trata de una mera concomitancia casual o acaso la propia naturaleza de las condiciones de acceso al poder y su ejercicio por parte de la izquierda socialista la harían más vulnerable a las tentaciones de la corrupción?

Trataremos de responder a estas dos cuestiones planteándonos en primer lugar el interrogante acerca de la especificidad de la corrupción de la década de los años ochenta en Francia. Pero si partimos de la hipótesis de trabajo de que estas manifestaciones recientes de la corrupción son específicas, también hay que decir en qué lo son y cuál es el punto de referencia que se establece, pues, como patrón.

 

 

 

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En: Revista “Cuenta y Razón” No. 86. 1994