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El alma del hombre bajo el socialismo. Oscar Wilde

A través del Socialismo se podrá llegar, pues al Individualismo. Como resultado natural, el Estado debe dejar de lado toda idea de gobierno. Debe dejarlo de lado pues, como dijo un sabio muchos siglos antes de Cristo, puede existir la humanidad por sí sola, pero no puede existir un gobierno para la humanidad . Todas las formas de gobierno fracasan. El despotismo es injusto con todos, incluso con el déspota que probablemente fue hecho para cosas mejores. Las oligarquías son injustas con las mayorías y las oclocracias con las minorías. Se pusieron ideales en la democracia: pero la democracia significa solamente el aporreamiento del pueblo por el pueblo, para el pueblo. 

 Ya se ha podido comprobar. Debo decir que era hora, pues toda autoridad es bien degradante. Degrada a quien la ejerce ya aquellos sobre quienes se ejerce. Cuando se aplica violenta, grosera y cruelmente, produce un buen efecto creando y fomentando el espíritu de la rebeldía y del Individualismo, que acabará por terminar con ella. Cuando se aplica con una cierta dosis de bondad y está acompañada de premios y recompensas, es tremendamente desmoralizadora. En ese caso, la gente está menos consciente de la horrible presión que se ejerce sobre ella y de esta forma atraviesa la vida en medio de un tosco confort, como animales domésticos, sin darse cuenta jamás de que probablemente están pensando los pensamientos de otras gentes, viviendo de acuerdo a los standards de otras gentes, usando lo que prácticamente podría llamarse ropa de segunda mano, y nunca siendo ellos mismos, ni por un solo momento. Aquél que fuere libre , dice un gran pensador, no debe conformarse . Y la autoridad, al sobornar a la gente, crea un tosco tipo de barbarismo sobrealimentado entre nosotros.

Junto con la autoridad, desaparecerá el castigo. Esto representará un gran beneficio; un beneficio de incalculable valor. A medida que se lee la historia, y no en las versiones expurgadas escritas para escolares y transeúntes, sino la de autoridades originales de cada época, uno se siente enfermo, no por los crímenes cometidos por los malvados, sino por los castigos infligidos por los buenos; y una comunidad se embrutece infinitamente más con el empleo habitual de castigo que con el crimen ocasional. Resulta obvio que cuantos más castigos se infligen más crímenes se producen, y la legislación más moderna así lo reconoce, y se ha propuesto disminuir lo más posible el castigo. y donde éste ha podido realmente disminuirse, los resultados han sido extremadamente buenos. Cuanto menos castigo, menos crimen. Allí donde no exista castigo, el crimen dejará de existir, o si ocurre será tratado por los médicos como una forma lamentable de demencia que será curada con cuidados y bondad. Pues aquellos a quienes se llama criminales hoy día, de ninguna manera lo son. El hombre, y no el pecado, es el padre del crimen moderno. Esa es, en realidad, la razón por la que nuestros criminales son, como clase, tan absolutamente poco interesantes desde el punto de vista psicológico. No son ni los maravillosos Macbeths ni los terribles Vautrins. Son simplemente lo que sería la gente ordinaria, respetable y común si no hubiese tenido bastante para comer. Cuando quede abolida la propiedad privada, no habrá necesidad del crimen, nadie se interesará por él; dejará de existir. Por supuesto, no todos los crímenes son crímenes contra la propiedad, aunque esos sean los crímenes que la ley inglesa, valorando más lo que el hombre tiene que lo que el hombre es, castiga con la más tremenda y horrible severidad (si exceptuamos el crimen del asesinato, y consideramos a la muerte como peor que la servidumbre penal, punto sobre el cual entiendo que nuestros criminales discrepan). Pero aunque un crimen pueda no ser contra la propiedad, puede surgir de la miseria, la rabia y la depresión producidas por nuestro equivocado sistema de tenencia de propiedad, de modo que cuando el sistema quede abolido, desaparecerá. Cuando cada miembro de la comunidad tenga lo necesario para sus necesidades y su vecino no interfiera en su vida, no tendrá ningún interés en interferir en la vida de los demás. Los celos, que son una extraordinaria fuente de crimen en la vida moderna, son una emoción estrechamente ligada a nuestra concepción de la propiedad que, bajo el Socialismo y el Individualismo, desaparecerá. Es notable comprobar que en tribus de tipo comunitario, los celos son enteramente desconocidos.

Ahora bien, si el Estado no va a gobernar, uno se puede peguntar qué es lo que irá a hacer. El Estado deberá ser el voluntario fabricante y distribuidor de los bienes necesarios. El Estado deberá hacer lo que es útil. El individuo deberá hacer lo que es hermoso. Y como he mencionado la palabra trabajo, no puedo dejar de decir que se escriben y se dicen actualmente muchas tonterías sobre la dignidad del trabajo manual. No hay nada necesariamente significativo en la tarea manual, y la mayor parte de la misma es absolutamente degradante. Es mental y moralmente ofensivo para el hombre hacer algo en lo que no encuentra placer, y muchas formas de actividad no brindan absolutamente ningún placer. Barrer una plazoleta enfangada durante ocho horas al día cuando sopla el viento este, es una actividad repulsiva. Barrerla con dignidad mental, moral o física me parece algo imposible. Barrerla con alegría me parecería sobrecogedor. El hombre se hizo para algo mejor que para remover la suciedad. Todo trabajo de ese tipo debiera efectuarse con máquinas.

Y no tengo dudas que se hará. Hasta este momento el hombre ha sido, hasta cierto punto, el esclavo de la máquina, y hay algo trágico en el hecho de que tan pronto un hombre inventó una máquina para que realice su trabajo, él comienza a pasar hambre. Naturalmente, este es el resultado de nuestro sistema de propiedad y nuestro sistema de competencia. Un hombre posee la máquina que hace el trabajo de quinientos hombres. Quinientos hombres son, por consiguiente, echados de su trabajo, y sin trabajo sufren hambre y se dedican a robar. Un hombre se asegura el producto de la máquina y la mantiene, y tiene quinientas veces más de lo que debiera tener y probablemente, aunque no tenga realmente importancia, mucho más de lo que él puede necesitar. Si esa máquina perteneciera a todos, todos se beneficiarían con ella. Proporcionaría una enorme ventaja a la comunidad. Todo trabajo no intelectual, toda tarea monótona, aburrida, toda tarea relacionada con cosas feas que implique condiciones desagradables, debiera hacerse con máquinas. Las máquinas debieran trabajar por nosotros en las minas de carbón, encargarse de los servicios sanitarios, encargarse del fogueo en los barcos, limpiar las calles, llevar mensajes en días de lluvia, y hacer cualquier cosa tediosa o deprimente. En la actualidad, la máquina compite con el hombre. Bajo condiciones favorables, la máquina servirá al hombre. No existe ninguna duda de que éste es el futuro de la máquina, y así como los árboles crecen mientras el campesino duerme, de la misma manera, las máquinas se encargarán de todo el trabajo necesario y desagradable mientras la Humanidad se divierte, o goza con un descanso cultivado -que ésa es la finalidad del hombre, y no la tarea-, o haciendo hermosas cosas, o leyéndolas, o simplemente contemplando el mundo con admiración y delicia. El hecho es que la civilización reclama esclavos. Los griegos tenían mucha razón en eso. Si no existen esclavos para hacer el trabajo desagradable, horrible, no interesante, la cultura y la contemplación se hacen casi imposibles. La esclavitud humana es insegura y desmoralizadora. El futuro del mundo depende de la esclavitud mecánica, de la esclavitud de la máquina. Y cuando los científicos no deban ir al deprimente East End a distribuir un mal cacao y peores mantas a gente hambrienta, gozarán de un delicioso descanso en el cual podrán crear cosas maravillosas para su propio gozo y para el de todos los demás. Existirán grandes depósitos de energía en todas las ciudades y si se necesitara, para cada casa, y esta energía el hombre la convertirá en calor, luz o movimiento, de acuerdo a sus necesidades. ¿Es esto utópico? Un mapa del mundo que no incluya Utopía no merece ni mirarse pues deja fuera el país en el que la Humanidad está siempre desembarcando. Y al desembarcar allí la Humanidad y ver un país mejor, vuelve a poner proa hacia ella. El progreso es la realización de las utopías.

 

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