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2025 May 3 Indefensión. Ana Laura Magaloni.

Con el ataque a los jueces y a su independencia, en México y EU, se destruye el andamiaje que busca protegernos del abuso.
Los primeros 100 días de Trump se han caracterizado, entre otras cosas, por su abierta ofensiva en contra del sistema de justicia estadounidense. Trump ha ignorado órdenes judiciales y ha atacado públicamente a los jueces que fallan en su contra, calificándolos de “lunáticos marxistas radicales”. También ha amenazado con sanciones económicas a los despachos que representen judicialmente a sus opositores. Hoy litigar contra Trump representa un riesgo político y económico significativo para cualquier despacho. Muchos han optado por evitar dicha confrontación.

La indefensión de las personas frente al abuso de poder es brutal El caso de Kilmar Ábrego García es paradigmático en este sentido. El joven salvadoreño que residía legalmente en Maryland desde 2019 y fue deportado erróneamente a una cárcel de máxima seguridad de su país. Primero un juez federal y, después, la Corte Suprema por unanimidad ordenaron que el gobierno hiciera todo lo que tenía a su alcance para facilitar el regreso de Ábrego. Trump decidió no tomar ninguna medida al respecto. Kilmar Ábrego sigue en el calabozo salvadoreño y todo indica que ahi se va a quedar. De ese calibre es la indefensión de las personas frente al abuso del poder en el Estados Unidos de Trump.

En México, la confrontación con el Poder Judicial fue más gradual. Sucedió durante el sexenio de AMLO. A falta de contrapesos en el Congreso, la inmensa mayoría de sus acciones y programas de gobierno fueron impugnados ante la Corte y los tribunales federales. Muchos de sus proyectos emblemáticos -como ha sucedido con varias de las órdenes ejecutivas de Trump- fueron suspendidos por los jueces. Tal fue el caso de la Ley sobre la Guardia Nacional, Ley de la Industria Eléctrica, el Tren Maya, Plan B (INE), la reducción de salarios a las cabezas de los órganos autónomos, el aeropuerto Felipe Ángeles v un largo etcétera. Ello

llevó a la confrontación permanente entre AMLO y el Poder Judicial federal. El expresidente acusó reiteradamente a las y los jueces de todos los niveles de corruptos y de opositores. Por lo que se sabe, Arturo Zaldívar logró administrar el conflicto presionando a jueces y magistrados y evitando la discusión de los asuntos delicados en el Pleno. Norma Piña, en cambio, decidió confrontarse abiertamente con el expresidente. El resultado de todo ello fue la reforma judicial. En 2024, Morena logró las mayorías legislativas para cambiar la Constitución y cesar a todas las personas juzgadoras del país.

A partir del primero de junio, para ocupar una posición de juez, para permanecer en ella y para ascender en el organigrama judicial, sea local o federal, se deberán tener vínculos con las estructuras políticas que mueven el voto de forma clientelar y corporativa: sindicatos, partidos políticos, organizaciones gremiales, etcétera. Podrán argumentar quienes defienden la reforma que las y los jueces del país, sobre todo las cabezas de los poderes judiciales, siempre han tenido vínculos con el poder y los poderosos. Seguramente sí y ello se parece a lo que sucede en otras partes del mundo. Sin embargo, nunca antes se les había pedido a las personas juzgadoras vincularse con las estructuras clientelares y electorales del país. Esa es una nueva dimensión política de la falta de independencia judicial. Y es, además, completamente atipica en el mundo democrático.

Yuval Noah Harari sostiene que los Homo sapiens dominamos el mundo por nuestra capacidad para crear y creer en ficciones colectivas: mitos, religiones, naciones, leyes. La autoridad de los jueces se sostiene por una de esas creencias compartidas. Cuando el poder político ataca a los jueces, ignora sus decisiones o vulnera su independencia, como está sucediendo en México y en Estados Unidos, se está destruyendo una ficción que hasta ahora ha buscado protegemos del abuso. Si dejamos de creer que un tribunal puede ponerle límites a los que detentan el poder, el andamiaje simbólico que sostiene a la democracia se derrumba Así de frágil es el orden político existente.

 

 

 

 

 

 

 

Tomado de: Reforma