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2004 La economía del fraude inocente. La verdad de nuestro tiempo. John Kenneth Galbraith.

¿Cómo puede ser inocente el fraude?
Nos lo explica John Kenneth Galbraith, uno de los mayores economistas del siglo XX, en este libro, una especie de “testamento intelectual” en el que nos lega una crítica radical de la economía, la política y la moralidad pública de nuestro tiempo.
Dice el profesor Galbraith que la distancia entre la realidad y la “sabiduría convencional” nunca había sido tan grande como hoy en día porque el engaño y la falsedad se han hecho endémicos. Tanto los políticos como los medios de comunicación han metabolizado ya los mitos del mercado, como que las grandes corporaciones empresariales trabajan para ofrecer lo mejor para el público, que la economía se estimula si la intervención del Estado es mínima o que las obscenas diferencias salariales y el enriquecimiento de unos pocos son subproductos del sistema que hay que aceptar como males menores.
Es decir, que nos hemos rendido totalmente ante el engaño y hemos decidido aceptar el fraude legal, “inocente”.

INTRODUCCIÓN
Y NOTA PERSONAL
DURANTE cerca de setenta años, mi vida laboral ha estado vinculada a la economía, lo que incluye las varias ocasiones en que participé en las esferas pública y política y alguna incursión en el periodismo. En este tiempo he aprendido que para tener la razón y ser útil, uno tiene que aceptar la continua divergencia entre las creencias aprobadas —lo que en otro lugar he denominado sabiduría convencional— y la realidad. Sin embargo, también he aprendido algo que no resulta sorprendente: al final, es la realidad la que cuenta. Este pequeño libro es el resultado de muchos años de topar con esta distinción, de valorarla y utilizarla, y mi conclusión es que en la economía y en la política la realidad está más oscurecida por las preferencias y hábitos sociales y los intereses pecuniarios personales y colectivos, que en cualquier otro ámbito. Ninguna otra idea ha influido más en mi pensamiento, y lo que sigue es una exposición atenta de ella.

Un punto central de mi argumentación es el papel dominante de la corporación en la economía moderna y la transmisión de poder que tiene lugar en esta entidad. En la gran corporación, el poder pasa de los propietarios, los accionistas, quienes ahora ostentan el título más elegante de «inversionistas», a la dirección. Tal es la dinámica de la vida corporativa. La dirección debe prevalecer.

Mientras estaba trabajando en estas páginas estalló el escándalo Enron, un robo que contó con el inesperado apoyo y cooperación de una contabilidad corrupta. He considerado a Enron como un ejemplo de mi razonamiento, y creo que tendría que haber más en los titulares. Acaso debería estar agradecido; pocas veces un autor puede contar con semejante confirmación de lo que ha escrito. Los escándalos corporativos, como ahora se los llama, dominaron las noticias gracias a una cobertura excepcionalmente competente y detallada. Me abstendré de repetir esa información aquí y me referiré, en cambio, a las restricciones a las que la autoridad empresarial debe ser sometida. Ahora bien, esas restricciones conforman sólo una pequeña parte de la historia: es mucho lo que hay que decir sobre la enorme divergencia que existe entre la realidad y las creencias aprobadas y condicionadas en el mundo económico.

Este ensayo se ocupa de cómo la economía y los grandes sistemas económicos y políticos cultivan su propia versión de la verdad de acuerdo con las presiones pecuniarias y las modas políticas de la época, y de los problemas que plantea el hecho de que esa versión no tenga necesariamente relación con lo que ocurre en realidad. Se trata de una situación de la que no podemos culpar a nadie en particular: la mayoría de las personas prefiere creer en aquello que le conviene creer. Esto es algo de lo que debemos ser conscientes todos los que nos hemos dedicado al estudio de la economía, así como nuestros estudiantes y todo aquel interesado en la vida económica y política. Por lo general, lo conveniente es aquello que resulta útil, o al menos no es hostil, a los intereses económicos, políticos y sociales dominantes.

La mayoría de progenitores de lo que aquí quiero identificar como fraude inocente no están deliberadamente a su servicio. No son conscientes de cómo se han formado sus opiniones ni de cómo han llegado a tenerlas. Lo que está en juego no es con claridad una cuestión legal. El fraude inocente no es consecuencia del incumplimiento de la ley, sino de las creencias personales y sociales de quienes participan en él. En este sentido, no da lugar a un verdadero sentimiento de culpa y lo más probable es que los involucrados aprueben su propio proceder y se sientan justificados.

Este ensayo no es un ejercicio totalmente solemne. Es posible hallar cierto placer en identificar la creencia interesada y el disparate calculado. Así le ha ocurrido al autor y así espera él que le ocurra al lector.

I
LA NATURALEZA DEL FRAUDE INOCENTE
ESTA obra debe hacer frente, desde el principio, a lo que aparentemente es una grave contradicción: ¿Cómo puede un fraude ser inocente? ¿Cómo puede algo inocente ser al mismo tiempo fraudulento? Responder a estas preguntas es importante porque aunque el fraude inocente y legítimo tiene un papel indudable en la vida privada y en el discurso público, quienes participan en él no lo reconocen explícitamente como tal. Insistamos en el hecho de que éstos no experimentan sentimiento de culpa o de responsabilidad.

Una parte de este fraude es consecuencia de la economía tradicional y la manera en que ésta se enseña, otra tiene origen en concepciones rituales de la vida económica. Estas últimas pueden apoyar con claridad intereses individuales y colectivos y, en particular, como cabría esperar los de los miembros más afortunados, mejor relacionados y políticamente destacados de la comunidad, y pueden adquirir la respetabilidad y la autoridad del conocimiento cotidiano. De esta forma, determinado punto de vista sobre la vida económica no aparece como creación de un individuo o de un grupo en particular sino como algo natural e incluso justo.

La comunidad preeminente —liberal en Estados Unidos, socialdemócrata o socialista en Europa y Japón— atribuye hoy razones económicas o de otro tipo a concepciones que están al servicio de intereses particulares, lo cual puede constituir una completa equivocación. Es posible que lo que recompensa un interés determinado sea sólo un reflejo de una tendencia normal a actuar (y expresarse) en beneficio propio.

Como he indicado, la mayor parte de este largo ensayo tiene que ver con cuestiones económicas. Ello se debe, como también he señalado, a mi dedicación de toda una vida, que, según los patrones estadísticos abarca bastante más de lo común, a enseñar, escribir y discutir sobre economía y, ocasionalmente, a dirigir acciones económicas. He tenido oportunidad de debatir estos temas con destacados economistas, incluidos aquellos con los que me encontré durante los años en que ocupé el cargo de presidente de la American Economic Association. La economía ha constituido una parte esencial de mi vida.

Estoy seguro de que lo que he leído, escuchado y enseñado estaba bien motivado. Sin embargo, siempre he topado con un error popular. Lo que predomina en la vida real no es la realidad, sino la moda del momento y el interés pecuniario. La confusión es tan irresistible que, como sostengo en el capítulo siguiente, incluso ha afectado a la forma en que comúnmente se describe el sistema económico vigente. Cuando el capitalismo, el referente histórico, dejó de ser aceptable, el sistema fue rebautizado. El nuevo nombre resultó satisfactorio pero carecía de significado. A ello voy a referirme a continuación.

 

 

Contenido

La economía del fraude inocente

INTRODUCCIÓN Y NOTA PERSONAL
I - LA NATURALEZA DEL FRAUDE INOCENTE
II - EL NUEVO NOMBRE DEL SISTEMA
III - LA ECONOMÍA DE LA CONVENIENCIA
IV - EL ENGAÑOSO MUNDO DEL TRABAJO
V - LA CORPORACIÓN COMO BUROCRACIA
VI - EL PODER CORPORATIVO
VII - EL MITO DE LOS DOS SECTORES
VIII - EL MUNDO DE LAS FINANZAS
IX - LA ELEGANTE EVASIÓN DE LA REALIDAD
X - EL FIN DE LA INOCENCIA CORPORATIVA
XI - POLÍTICA EXTERIOR Y MILITAR
XII - LA ÚLTIMA PALABRA

Sobre el autor

Notas

 

 

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